Game Of Thrones: El Adiós de una Leyenda Televisiva (+ Alerta Spoilers)
Game Of Thrones, serie original de la cadena HBO, se convirtió, por mucho, en el show televisivo más exitoso, al menos de la última década y muy probablemente, de la historia. Más allá de las cifras, impresionantes sin duda, es el impacto cultural con matices de amor, odio, fascinación y fanatismo; que ha tenido sobre el público mundial, lo que hoy, tras ocho temporadas y cerca de 9 años al aire, la convierten en leyenda.
Hablar de un fenómeno cultural es siempre difícil y hasta doloroso, por aquello de la subjetividad. Yo podría decantarme por las siempre frías pero objetivas cifras. Hablarles de los alrededor de 6 Millones de Dólares que en promedio costo cada episodio de la primera temporada y contrastarlo con los más o menos 15 Millones que costo cada uno de los 6 episodios de la octava y última temporada. Pero si de cifras grandilocuentes se trata, de esos montos, un buen apartado es para sus protagonistas y es que según The Hollywood Reporter, los actores y actrices que más ganan por episodio (500 Mil Dólares por capítulo) son Peter Dinklage, Lena Headey, Kit Harington, Emilia Clarke y Nikolaj Coster-Waldau.
Comentarles acerca de los múltiples escenarios exteriores y en estudio que ha tenido el show y que llevaron a su reparto a viajar por Irlanda del Norte, Malta, Croacia, Islandia, Marruecos, España, Canadá y Estados Unidos. Pero creo que sería aún más escalofriante hablar de las cerca de 1.500 muertes sangrientas que el show ha puesto en pantalla y que nos guste o no, hemos vitoreado histéricos alrededor del mundo (Aunque algunas solo las hemos llorado como niños).
Si hablamos de reconocimientos Game of Thrones es la serie dramática en primetime que ha ganado más premios Emmy en la historia: 47. Y posee el récord con más premios Emmy en una misma edición: 12 (lo que logró en dos oportunidades, en 2015 y 2016). El show ha recibido 132 nominaciones a los premios Emmy, obteniendo el premio a mejor serie dramática tres veces. En paralelo, el seriado ha alcanzado hasta 32.8 Millones de telespectadores tan solo en la séptima temporada, gracias a la transmisión que en simultáneo la pone al aire en más de 190 países.
Datos que lucen impresionantes sin contar los más de 12.986 extras que se emplearon tan solo en las 50 locaciones ubicadas en Irlanda. Si, Game Of Thrones es impresionante en las cifras. Pero no es esto lo que nos deja el mejor sabor de boca, sino la pasión, el odio, la tristeza y el amor que ha desatado en sus millones de seguidores.
Valar Morghulis, Valar Dohaeris:
Como si se tratarse de un eufemismo que intenta dejarnos en claro aquello de que “Si crees que esto tiene un final feliz, es que no has estado prestando atención”, que Ramsay Snow inmortalizaría en la temporada 6, el “Valar Morghulis, Valar Dohaeris” (Todos los hombres deben morir, todos los hombres deben servir), se ha mantenido como un péndulo sobre el destino de los Stark, Lannister, Targaryen, Baratheon, Martell, Tyrell y todos los mortales (e inmortales) que habitan el mundo de Westeros.
Una serie caracterizada por no hacer concesiones a la fanaticada y que se inauguró nada más y nada menos que con la decapitación de su para ese entonces aparente protagonista, nos ha dejado a todos con un particular sabor de boca. Y digo “particular” porque la verdad a estas alturas y dependiendo de en qué casa de Westeros estaba tu corazón, estoy seguro no sabrás si reír y celebrar o llorar y lamentarte.
Ahora bien, la verdad es que Game Of Thrones, como serie televisiva es una expresión cultural, una obra artística, casi tan pulida como lo son los libros de R.R. Martin; y como tal, pese a estar abiertos a la interpretación subjetiva de quien las admira, realmente no nos deben nada. No es como si estuviésemos en la potestad de determinar si algo de lo expuesto en los libros o la serie, está bien o mal. Simplemente es la visión artística de una persona o grupo. ¿Difícil y doloroso? ¡Si claro! Pero es la realidad.
Es bastante duro, en un fenómeno cultural como Game Of Thrones, no generar la subjetivización del producto. Cada cual, dependiendo de su personalidad, se sintió atraído e identificado por la astucia malévola y el amor incondicional a sus hijos de Cersei Lannister; otros quizá se sintieron cercanos a la valentía y honorabilidad (hasta pasividad) de Jon Snow A.K.A. Jon Stark, A.K.A. Aegon Targaryen; otros tantos sentirán que la valía, decencia, y paciencia de Sansa Stark son realmente admirables, los últimos sentirán una pasión descontrolado por la poderosa, al principio justa y finalmente genocida Daenerys Targaryen. ¡Y ese es precisamente el punto! Generar una reacción, cuanto más poderosa mejor, en quien disfruta la obra de arte. En ese sentido Game Of Thrones ha logrado su objetivo, muriendo para siempre en la televisión, pero marcando un hito cultural y dejándonos a todos impactados.
Una era machista, brutal, llena de agresividad sanguinaria, violencia, traiciones, deslealtades, mentiras, triquiñuelas, reveces del destino; magia, poder, sexismo y un sinpar de situaciones “nada halagadoras”, nos logró servir de marco para maravillarnos por el poder del amor, de la luz, de la justicia y la bondad. Pero siempre recordándonos que no siempre se tiene lo que se quiere, ni como se quiere. Al fin y al cabo la calidad estética, la fotografía, las secuencias, los vestuarios y escenarios, la calidad actoral y de guiones, fue simplemente impecable y si lograr eso es prácticamente imposible, imagínate mantenerlo por casi una década.
Pero si algo hay que destacar de lo que nos ha dejado Game Of Thrones, ha sido precisamente esa muerte al machismo que a lo largo de la historia nos mostró como la mujeres (De Catelyn, Arya y Sansa Stark, hasta las eternamente admiradas Cersei Lannister, Daenerys Targaryen u Olenna y Margaery Tyrell), se convirtieron por mérito propio en las protagonistas y catalizadoras del show. ¿Qué si el final fue incongruente con la historia? ¿Qué si te duele que la maquiavélica Cersei haya muerto solo lapidada por los restos de la Fortaleza Roja? ¿Qué si te duele que Daenerys se haya vuelto una genocida y la haya asesinado a traición su amado Jon Snow? ¿Que es absurdo con el discurso de la serie que los Stark terminaran “felices, contentos, gobernando y obteniendo lo que deseaban”, cual pelicula de Disney? ¡Queridos, se los dijimos siempre, ni R.R. Martin, ni David Benioff y D. B. Weiss nos deben nada! Fue solo una pieza artística y tú escoges si te gusta o no, pero eso es solo tu subjetividad hablando…
Si vamos a hablar de subjetividad… Para mí el final resultó un poco “suave” para una serie que se mostró siempre tan brutal. Quizá en lo único en lo que estaría en desacuerdo es en tildar a Daenerys Targaryen de genocida y “loca”, solo por haber actuado justamente como lo hizo Cersei Lannister durante las ocho temporadas. O como lo habría hecho cualquiera de los aguerridos personajes masculinos. Por mi parte, confeso fan de la serie y eterno admirador de la “Khalessi”, pienso que lo último que hizo la Targaryen, rompiendo en ira y destrozando Kings Landing, asesinando a miles en el proceso, era justo lo que yo anhelaba para el personaje desde la primera temporada. En palabras de la matrona de High Garden, Olenna Tyrell “¡You’re A Dragon! ¡Be A Dragon!”. Supongo que quizá, todos llevamos un pequeño tirano escondido, esperando tener uno o dos dragoncitos para hacer de las suyas…
Lo único cierto, es que “ahora, nuestra guardia ha terminado”.