Las Inmortales Lecciones de Moda de Coco Chanel
La moda ha sido siempre una forma magistral de expresión. Voz impoluta que gritaba pasiones, sentimientos y deseos en tiempos de represión y dolor, sus mas legendarias y legendarios representantes, manejaron con maestría el arte de la disrupción conceptual. Gabrielle Bonheur Chanel, Mademoiselle Chanel o “Coco” como sería inmortalizada, se convirtió no solo en una voz impactante en el escenario de la moda universal, sino en pieza clave de cambios socio culturales, transformando la visión que el mundo tenía de las mujeres, no solo en lo meramente físico y estético, sino consolidando el epitome de la mujer empresaria, emprendedora y aguerrida.
Hoy, en mitad del desconcierto que ronda el mundo por la pandemia del Coronavirus COVID-19, cuando la humanidad se enfrenta a su destino encarcelada en sus propios hogares para huir de la tragedia, vale la pena recordar a la mujer que se atrevió a romper los paradigmas de su época, desterrando a Worth y Paguin al olvido, esta dame sans mercy que enfundo a las mujeres en pantalones y nos recordó la grandeza de la simpleza y el aplomo “Me he metido en este oficio más bien para hacer pasar de moda lo que no me gustaba. He utilizado mi talento como si fuese un explosivo”, denotaba una francesa que se atrevería a ser feminista mucho antes del feminismo. Estas son solo algunos de sus infalibles secretos para ser irreemplazable y diferente.
Sobriedad por Encima de Todo:
Ese que fuese el eterno leitmotiv de la francesa, se ha convertido en una máxima para la industria de la moda y el buen gusto en el mundo entero. La sobriedad, austeridad y sencillez como leyes indiscutibles del buen gusto. Atrás, como destrozadas por una bomba quedarían, als tendencias excesivas, grandilocuentes, rimbombantes del París del siglo XIX. Cortes limpios, simples, impolutos, que darían al traste con las colas pronunciadas y mucho mas con el uso excesivo de tules y volúmenes rococó.
Negro Inmortal:
Precisamente como una traducción de esa visión austera, sobria, el triunfo de mademoiselle Coco, vendría al deslastrar el negro del lñuto y la sombría noche para imponerlo como un imprescindible del día a día, distanciándose onerosamente de las paletas de obligados de la época como Poiret: “Por aquella época recuerdo haber visto la sala de la Ópera desde el fondo de un palco. Todo aquel colorido renacentista llamaba la atención; aquellos rojos, verdes, azules eléctricos […] puestos de moda por Poiret, me producían náuseas. Me acuerdo perfectamente de haber dicho a alguien que se encontraba a mi lado: esos colores son imposibles. Voy a joder a esas mujeres con negro. Así pues, impuse el negro, y todavía reina, ya que lo echa todo por tierra”, aseguraba la propia Chanel en una entrevista personal para Paul Morand.
El Arma Secreta: El Vestido Corto Negro
Si tuviera que destacar uno de entre los grandes aportes de Chanel a la moda, tendría que decir que para mi, es el petite robe noire. El vestido corto negro, ese que en octubre de 1926 apareció por primera vez en un boceto firmado por Chanel en las páginas de Vogue, en crepé de Chine, y el resto es historia: como un emblema de una época de austeridad máxima como fue el quiebre del ’29 y la Gran Depresión. Su poder de transformación y adaptación a los tiempos circundantes ha demostrado con creses superar la prueba del tiempo: desde una icónica Audrey Hepburn hasta una legendaria Catherine Deneuve, llegando a Gwyneth Paltrow o Reese Witherspoon; de Amal Clooney a Victoria Beckham. De Kate Middleton a Beyoncé. El little black dress es el infaltable de cualquier guardarropas al rededor del mundo.
El Exceso es Imperdonable:
Para Coco la extravagancia era sinónimo de vulgaridad, un pecado que anulaba del todo la personalidad degradándola al peor gusto (Si hubiese vivido para conocer a las Kardashian sin duda se volvía a morir): “Realizar una fantasía ‘Scherezade’ es muy fácil; un sencillo vestido negro es muy difícil. Hay que desconfiar de la originalidad: en moda, enseguida se cae en el disfraz, en la ornamentación, se llega a lo artificial. […] Un norteamericano no me dejó muy contenta con este elogio: “Haber gastado tanto dinero sin que se vea”. La sencillez como llave para la elegancia y la inmortalidad. La obsesión por la logomanía, el desquicio por la iridiscencia, ese je ne sais quoi que obsesiona a la estirpe de nouveau riche con que “se note la plata”, era sin duda la máxima expresión del mal gusto para la francesa.
La Inmortalidad del Blanco y Negro:
El blanco y el negro como la ausencia absoluta y la suma total de colores en la escala cromática, resultaron las herramientas máximas para presentar una combinación etérea, imperecedera y absolutista: “Las mujeres piensan en todos los colores menos en la ausencia de color. He dicho que el negro va con todo. El blanco también. Son de una belleza absoluta. Su armonía es perfecta”, Aseguraba una siempre impoluta Gabrielle.
Menos es Mas:
Confusa pero sensata, no dejó de acotar lo fundamental de establecer una relación “sana” con nuestra joyería: “Tienen que servir para adornar y animar. Hay que mirar las joyas con inocencia, con sencillez, como se disfruta de un manzano en flor al borde de una carretera al pasar en coche a toda velocidad”. Sentenciaba como imponente.
Aunque pareciera absurdo, era la misma Chanel la principal defensora de eso que hoy llamamos “bisutería”, luciendo por doquier un lote de cuentas de perlas falsas alrededor del cuello, asegurando que pocas cosas había más bonitas que una perla blanca en un lóbulo de una oreja muy bronceado. La diseñadora francesa aseguraba que sentía profundo aburrimiento por las piezas de los joyeros de la época, por eso le pidió a François Hugo que diseñara a su gusto “pendientes, broches y todos esos adornos fantasía que ahora vemos hasta en las galerías del Palais Royal”.
Calidad Por Encima de Cantidad:
El prêt-à-porter ha supuesto siempre una relación dispar para los grandes diseñadores. Mientras unos la abrazaron con emoción, otros tantos le huyeron espantados, considerándola un reduccionista atisbo de los nuevos y decadentes tiempos. Coco Chanel, en mitad de su genio creador logró establecer un punto medio aportando parte de la magia del haute couture a sus creaciones mas modernas y sencillas, trazando siempre una linea muy clara: lo barato “solo podía salir de lo caro; para que haya una baja costura hace falta que haya habido antes una alta”. Además, especificaba que la cantidad no es la calidad multiplicada, su esencia es distinta: “Si se llega a comprender, sentir y admitir eso, París está salvado”.